sábado, 6 de junio de 2009

Lagunas de Somoza, el “eslabón perdido”...

En las lindes leonesas entre La Maragatería y la Valduerna, se encuentra Lagunas de Somoza. Su templo de Nuestra Señora de La Asunción, ha conservado, quizá por “milagro divino”, unas pequeñas, pero no menores, muestras del románico inicial de este reino, de transición desde lo visigodo. Aunque el edificio actual no evoca nada de todo ello, porque es una confusa mezcla: cabecera s.XVI, naves s.XVII-XVIII.
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Lo que hoy vemos se alza sobre un ejemplar románico, realizado a caballo entre los siglos XI y XII, del que solo resta la sencilla portada norte (s.XII), con sus capiteles de caballeros combatiendo monstruos, y los canes músicos del tejaroz, amén de alguna otra pieza suelta. Dicha portada estuvo tapiada y oculta, hasta el 5 abril de 1947, en que fue redescubierta por casualidad.
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En su cabecera sobreviven otros dos canes, empotrados en la esquina de mala manera, uno que muestra su monstruosa cabeza de boca abierta, y otro bajo ese que, cortado y vuelto hacia dentro, se reutilizó como relleno del encintado ocultando al presente su talla.
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No obstante, este edificio tampoco era el original, pues levantó sus cimientos sobre los de un templo visigodo-mozárabe, citado ya en 920, y arrasado por Almanzor en alguna de sus razzias por el reino. Un edificio, cuyos restos debieron influir en quienes levantaron el siguiente una vez pasado el peligro musulmán.
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Pero sus elementos más curiosos, que hoy se guardan en el interior, estuvieron muchos siglos empotrados en el muro norte, expuestos a los crudos elementos y la feroz chiquillería. Agradecemos a su anciano párroco que, el 5 de abril de 2009, justo el día en que se cumplían sesenta y dos años del redescubrimiento de la portada norte, nos permitiese acceder al templo y tomar fotos de las preciosas piezas románicas, mientras él preparaba el oficio del Domingo de Ramos.
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La primera de ellas, es una primitiva imagen de la Virgen, aureolada con la inscripción “María Mater”, como la Diosa Madre. Se halla sedente, sobre una silla curul cuyos laterales son cabezas de leones y las patas figuran las garras de aquellos. El Niño, se sienta centrado en su regazo, mientras bendice con una mano y muestra un libro en la otra. Ambas, presentan restos de policromía en los vestidos. Esta pieza es casi seguro que proceda del perdido tímpano románico, de la portada principal.
Por la postura y el deterioro del Niño, la chiquillería dio en apodarla “el zapatero”, pues les recordaba un remendón haciendo su oficio, y era tradición entre los rapaces apedrearla con sus hondas, lo que acabó con el rostro de la Buena Madre.
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La otra pieza es más curiosa, se trata de una Maiestas Domini, también con restos de policromía. El Cristo coronado, dentro de su mandorla y escoltado por el Tetramorfos, descansa sobre otra silla curul, descalzo, mientras nos bendice con una mano y en la otra muestra abierto el Libro de la Vida, con las siglas “IhS XSP”. Estilísticamente, ha sido relacionado con el no lejano de Castroquilame que se halla sobre un tímpano. Este, sin embargo, se encuentra sobre una ventana, lo cual lo convierte en único. En efecto, el sagrado símbolo está tallado, en la misma pieza, sobre una ventanita geminada, de vano ajimezado, con arquillos visigodos, de herradura, y capitel vegetal.
Estamos ante un clarísimo ejemplo de transición, donde el viejo modelo visigodo se codea con el nuevo quehacer románico, sin demérito para ninguno de ellos. Podríamos decir, y no sería metáfora vana, que la ventanita es el tronco visigodo, del cual brotarán las ramas románicas, del árbol simbólico medieval.
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Y ya que hablamos de árboles, no perdamos de vista el que se alza justo al lado norte del ábside, conocido como “El Moralón”, un moral de al menos quinientos años, venerado por las gentes del pueblo como si de un anciano antepasado se tratase, bajo cuya sombra celebraron Concejo y dirimieron pleitos. Un Árbol, con mayúsculas, heredero de los viejos cultos a los espíritus vegetales que aquí tuvieron lugar entre las célticas gentes, antes que llegasen los romanos, primero con sus dioses y luego con la nueva religión hebraica.
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Salud y fraternidad.

3 comentarios:

Baruk dijo...

Hola,

La doble ventana con el Pantocrator esculpido en la parte superior es muy sorprendente, suena raro encontrarlo ahí, posiblemente esa ventana estaba justo encima de la puerta original... si no, no lo entiendo.


Salud y románico

Alkaest dijo...

¿A que resulta "sospechoso" que, el Pantocrátor, esté en un lugar secundario -la ventana- y sea más pequeño que la Virgen Madre, que iría en el tímpano y a gran tamaño?

¿Qué dice el simbolismo respecto a esta preponderancia, de la Gran Madre sobre el pequeño padre?

No me negarás que descubro cosas misteriosas, si me es permitido un "pecadillo" de orgullo...

Salud y fraternidad.

chis dijo...

Misteriosas, preciosas y recónditas
Un cordial saludo